El amanecer del Amor, de Daniel de Wishlet - page 27

Daniel de Wishlet
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cifismo preferían el enfrentamiento a la unión. Tuve la impresión de que
el radicalismo era una de las causas por la que esta línea de acción, tan
necesaria en nuestro tiempo, permanecía estancada.
Esta fue una etapa en la que mi mente me estuvo «tentando» para de-
jarlo todo e irme de nuevo a vivir a Canarias. Con la carrera ya terminada,
y los contactos que ahí tenía, me veía conduciendo por la zona turística el
último modelo de deportivo descapotable con una alta calidad de vida. Pero
una fuerza interna me decía que el mundo me necesitaba, y seguro de ello,
proseguí mi camino en el bullicio de la gran ciudad, a pesar de que todos los
días anhelaba el pasear por la playa. Me encontraba rodeado de gris, prisas,
ruidos y contaminación, pero valía la pena si así podía ayudar al mundo.
Solo el Parque del Retiro era mi oasis de paz.
Buscando a gente como yo contacté con varios grupos de espiritua-
lidad, pero en cierta forma eran inconsecuentes con el Amor que pre-
dicaban, por lo que continué mi camino en solitario. No obstante, mi
relación con ellos hizo que mi conocimiento de Luz continuara amplián-
dose, esta vez por la lectura de libros de conocimiento espiritual. Le agra-
decí a Dios el poner en mis manos los tres libros de
«Ami, el niño de las
estrellas»
de Enrique Barrios. Me sentí reconfortado al saber que existe
un plan de ayuda en el que están involucrados seres de gran evolución
para que nuestro planeta entre en una Nueva Era de Amor Universal.
Definitivamente, no estaba solo.
También llegó a mis manos
«El Libro de Urantia»,
que como una en-
ciclopedia de la realidad universal, me dio a conocer la vida de Jesús de
Nazaret en este planeta desde una perspectiva cronológica y completa.
Yo seguía reflexionando sobre el sentido de la vida, y en unos mo-
mentos de meditación, tomando el sol, llegué a la conclusión de que si
todos descubrían en su interior lo mismo que yo, no solo se pondría fin al
deterioro del planeta, sino también a las guerras, al hambre, a la pobreza,
y a los demás problemas del mundo.
La Conciencia del Amor era, en efecto, la solución para todo.
Mi nueva misión era ayudar a despertar espiritualmente a las perso-
nas para que encontrasen lo mismo que yo, difundiendo «información
de Amor». Pero, ¿cómo podría hacerlo?
Si bien en esos días valoré la posibilidad de emprender negocios para
crear medios de comunicación, desde los que difundir lo que estaba des-
cubriendo, el destino me llevó al mundo de las prisiones, pues ahí donde
más falta hacía la Luz es donde yo quería estar.
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