El amanecer del Amor, de Daniel de Wishlet - page 22

El amanecer del Amor
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fila de animales, explicándome que eran los que me había comido a lo
largo de esta vida, haciéndome saber también que, de no haberlo hecho,
no los habrían matado para mí.
En ese momento, viéndolo así, fui consciente de que yo amaba a los
animales.
No quería que los mataran.
Mi deseo era respetarlos, tratarlos con cariño.
Decidí que no me los iba a comer más, no quería ampliar más esa fila.
Al poco tiempo asistí invitado a una barbacoa familiar, y viéndolo ya
desde esta otra perspectiva, lo que contemplé fue el ansia de los otros co-
mensales por los trozos de carne —recordándome a los buitres en torno
a la carroña—, por lo que no me apeteció comerla.
Ni me volvería a apetecer.
Con el trascurrir de los días, y mientras todo esto pasaba, Jenny estaba
atónita contemplando mi proceso de cambio. No entendía plenamente
mi experiencia, pero sí sabía que lo que yo le decía era verdadero.
Una noche, oyéndola hablar en sueños, decidí seguirle la conversación,
y para mi sorpresa comenzamos a entablar un diálogo en el que ella era
capaz de desenvolverse con el mismo tipo de conocimiento que yo estaba
recibiendo. Y aprovechando la ocasión, le hice la siguiente pregunta:
—¿Por qué esto que me está sucediendo a mí no lo conocen los demás?
—Porque los seres humanos en esta sociedad están plenamente iden-
tificados con su mente,
creen que son su mente
, y el despertar espiritual
es algo que no existe en sus mentes, puesto que la sociedad no se lo ha
mostrado. Y como tendemos a pensar que «lo que no conocemos no
existe», consecuentemente, «tu experiencia no existe» —me respondió
con total seguridad.
Quedé fascinado al haber tenido una conversación en tales circuns-
tancias. Tras ella, a lo que estaba viviendo lo denominé «mi despertar es-
piritual», y es que, realmente, estaba despertando a una nueva vida. Poco
a poco había ido confiando y guiándome por una fuente de información,
a la que denominé «Información de Luz», que me permitía verlo todo
con mayor claridad, como realmente era, y que por su alta calidad vibra-
toria iluminaba mi mente, despertándome de un largo e inconsciente
sueño para dar paso a una nueva conciencia.
Un despertar espiritual que la sociedad no mostraba, puesto que la
Élite financiera que la gobierna no lo quiere, y es que, los que mandan
en el mundo son banqueros, para los que cuenta más el beneficio eco-
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