El amanecer del Amor, de Daniel de Wishlet - page 26

El amanecer del Amor
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quería era evitar que éste se siguiera destruyendo. En esos momentos fui
consciente de lo ilógico y absurdo que es vivir en un planeta que puede
destruirse con tan solo apretar un botón.
Lomás importante, urgente y necesario era ayudar a salvar nuestromundo.
¡Si no se ponía fin a su destrucción, no quedarían nada ni nadie a
quien amar!
Para empezar con mi nueva misión se me ocurrió contactar con el
abogado de «Green Peace» en Ámsterdam, quien me aconsejó que, sien-
do yo español, en mi país me sería todo más fácil.
Por ello, hablé con mis padres, y me volvieron a tender la mano.
Antes de regresar a Madrid volé a Canarias para recoger mis cosas
y despedirme de mi pasado de desenfreno. Yo ya no era el mismo, mis
amigos no me reconocían. Como lo que estaba descubriendo era tam-
bién bueno para ellos, se lo contaba en cuanto encontraba la ocasión,
pero me di cuenta de que no me entendían. Incluso algunos empezaban
a burlarse de mí, lo que me hizo aprender a modular mi mensaje a lo
que cada mente es capaz de comprender. Solo uno entendió lo que me
sucedía, al haber tenido una experiencia similar a la mía, y para guiarme
me aconsejó un libro con tanta Luz como el sol —
Caballo de Troya
de
J.J. Benítez— que me ayudó a descubrir y entender mi nuevo camino, y
sobre todo, a conocer a Jesús de Nazaret.
Ya de vuelta en mi ciudad natal, y con una fuerza interna sobrehuma-
na, me especialicé en lo relativo al medioambiente, estudiando todo lo
que caía en mis manos sobre el tema.
Colaboré en varias organizaciones de defensa de la naturaleza y de
los animales, realizando el primer curso de doctorado en Derecho Penal
sobre «el delito ecológico».
En mi afán por ayudar a la conservación del planeta me hice el si-
guiente planteamiento: «Si estudio cursos de arte dramático podré lle-
gar a ser un actor conocido, lo que me permitirá promocionarme en la
política, obtener muchos votos y ayudar al mundo desde el parlamento».
¡Dicho y hecho!
Para poder llevarlo a cabo estudié interpretación durante los siguien-
tes dos años, prosiguiendo también con mi colaboración en la defensa
medioambiental y en grupos de ideología verde, si bien en esto último
quedé defraudado, pues eran pocos, profundamente enfrentados entre
sí, y además, algunos habían recalado ahí por su propio interés y no por
el de la defensa de nuestro mundo. No entendía cómo predicando el pa-
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