El amanecer del Amor, de Daniel de Wishlet - page 11

Daniel de Wishlet
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Los fines de semana los pasaba en el campo junto a mi familia, quie-
nes se dieron cuenta de que estaba sufriendo un cambio. Ya no reía, al
contrario, siempre estaba triste y de mal humor. Por supuesto, no sabían
el porqué no comía. Mis padres no entendían mi problema, reprochán-
dome cómo estaba deteriorando mi salud. La anorexia en esos momen-
tos no se conocía mucho, y menos en un pueblo.
El desequilibrio generado en mi mente veía como único sentido en mi
existir el perder peso, aunque con ello me jugase la vida. No me importa-
ba morirme; de hecho, no me importaba otra cosa que adelgazar.
Mi obsesión por quemar grasa casi me llevó de forma caprichosa a
quemar todo mi cuerpo.
A los 21 años, cursando tercero de Biología, conocí a un buen ami-
go en la Universidad al que le comenté lo que me estaba sucediendo, y
gracias a él se me fue mostrando una realidad desconocida hasta esos
momentos, que empezó a calmarme cuando más lo necesitaba. La medi-
tación —el hablar con mi verdadero Yo—, así como la lectura de libros de
crecimiento interior, me ayudaron a ser consciente de que no tenía que
seguir buscando el Amor fuera de mí, pues lo tenía dentro.
Todo lo nuevo que aprendía lo trataba de aplicar a mi vida diaria, y a
partir de ahí mi obsesión por adelgazar fue disminuyendo, aunque toda-
vía me impedía ser feliz.
Mi último año en la Universidad resultó ser el mejor a todos los nive-
les: la anorexia había desaparecido prácticamente, los estudios me iban
bien, gozaba de buenas amistades y la relación con mis padres había me-
jorado.
Era la primera vez que me sentía bien conmigo misma.
Fue entonces cuando empezó a crecer en mí la inquietud de ayudar a
las personas. Todo lo relativo a la alimentación me apasionaba, y ya su-
perados mis propios problemas, deseaba poder ayudar a los demás a tra-
vés de una mejora en sus hábitos alimenticios. Por ello, en mis estudios
me especialicé en Bioquímica y Biología molecular, realizando además
dos Masters en nutrición una vez hube finalizado la carrera.
Pero al cursar esos estudios complementarios mi círculo de amistades
fue cambiando. A pesar de la superficialidad de mi nuevo ambiente yo
quería ser aceptada en él, por lo que progresivamente fui dejando de lado
mi crecimiento interno para pasar a guiarme por valores más materiales,
no tardando mucho en perder la paz y la armonía que me había propor-
cionado la meditación.
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